
poemas
Aquí una pequeñísima muestra de la poesía que se ha escrito sobre y desde la negritud.
Advertencia: Para los pueblos y gentes que aquí recopilamos, la expresión poética va más allá de la palabra escrita. La poesía también es música y sobre todo oralidad.
Velorio en Palenque
Por Valentina Arango Correa
Eran gritos arraigados al alma
voces en estruendos que extraían de las entrañas
del cariño
la tristeza de una despedida.
Era dolor, dolor en la sala de la casa,
dolor en el patio, dolor en el negocio del lado,
dolor en el parque,
dolor en Palenque.
Hombres y mujeres separados
en la desgracia unida, cargada de energía
y un peso en el pecho
y en la respiración, se convierte en un sagrado y lúcido ritual
tan liberador
como la misma esclavitud que fundó este pueblo.

Valentina Arango hace parte del equipo editorial que crea este proyecto. Es una periodista afro y feminista en constante construcción.
Mujer negra
Por Nancy Morejón

Nancy Morejón es una escritora cubana nacida en 1944. Es reconocida como una de las voces más importantes en la narrativa de la negritud.
Lejos de los días pasados
Por Aimé Césaire
pueblo mío
cuando
lejos de los días pasados
renazca una cabeza bien puesta sobre
tus hombros
reanuda
la palabra
despide a los traidores
y a los amos
recobrarás el pan y la tierra bendita
tierra restituida
cuando
cuando dejes de ser un juguete sombrío
en el carnaval de los otros
o en los campos ajenos
el espantapájaros desechado
mañana
cuando mañana pueblo mío
la derrota del mercenario
termine en fiesta
la vergüenza de occidente se quedará
en el corazón de la caña
pueblo despierta del mal sueño
pueblo de abismo remotos
pueblo de pesadillas dominantes
pueblo noctámbulo amante del trueno furioso
mañana estarás muy alto muy dulce muy
crecido
y a la marejada tormentosa de las tierras
sucederá el arado saludable con otra tempestad.

Aimé Césaire es uno de los referentes en los estudios del Caribe y la negritud en general. Nació en Martinica en 1913 y murió en 2008.

Noemia de Sousa fue una periodista y escritora nacida en Mozambique en 1926. Fue la primera mujer negra en publicar poesía en país. Vivió en Lisboa casi toda su vida y su obra está escrita en portugués.
Sangre Negra
Por Noemia de Sousa
¡Oh mi África misteriosa y natural,
mi virgen violada,
¡mi madre!
Como yo andaba hace tanto desterrada,
de ti alejada
distante y egocéntrica
por estas calles de la ciudad!
embarazadas de extranjeros
¡Mi Madre, perdona!
Como si yo pudiera vivir así,
de esta manera, eternamente,
ignorando la caricia fraterna
de mi luna de miel
(mi principio y mi fin) ...
Como si no existiera más allá
de los cines y de los cafés, la ansiedad
de tus horizontes extraños, por desentrañar ...
Como si tus macizos cacimbados
no cantaran en sordina su libertad,
las aves más bellas, cuyos nombres son misterios todavía cerrados!
Como si tus hijos -regias estatuas sin par -,
altivos, en bronce tallados,
endurecido en el fuego infernal
de tu sol causante, tropical,
como si tus hijos intemeratos, sobre todo luchando,
a la tierra atados,
como esclavos, trabajando,
que, amando, cantando
¡mis hermanos no fueran!
¡Oh mi Madre África, Ngoma pagana,
En la actualidad,
mística, sortílega - perdona!
A tu hija trasbordada,
te abre y perdona.
¡Que la fuerza de tu savia vence todo!
Y nada más fue necesario, que el hechizo impar
de tus tantán de guerra llamando,
dundundundundun - tãtã - dundundundun - tãtã
nada más que la locura elemental
de tus batuques bárbaros, terriblemente bellos...
para que vibre
para que yo grite,
para que yo sienta, funda, en la sangre, tu voz, Madre!
Y vencida, reconociera nuestros eslabones...
y regresar a mi origen milenario.
Madre, mi Madre África
de las canciones esclavas a la luz de la luna,
no puedo, no puedo repudiar
la sangre negra, la sangre bárbara que me has legado...
Porque en mí, en mi alma, en mis nervios,
es más fuerte que todo,
yo vivo, yo sufro, río a través de él, Madre!
Los tambores en la noche
Por Jorge Artel
Los tambores en la noche,
parece que siguieran nuestros pasos…
Tambores que suenan como fatigados
en los sombríos rincones portuarios,
en los bares oscuros, aquelárricos,
donde ceñudos lobos
se fuman las horas,
plasmando en sus pupilas
un confuso motivo de rutas perdidas,
de banderas y mástiles y proas.
Los tambores en la noche
son como un grito humano.
Trémulos de música les he oído gemir,
cuando esos hombres que llevan
la emoción en las manos
les arrancan la angustia de una oscura saudade,
de una íntima añoranza,
donde vigila el alma dulcemente salvaje
de mi vibrante raza,
con sus siglos mojados en quejumbres de gaitas.
Los tambores en la noche
parece que siguieran nuestros pasos.
Tambores misteriosos que resuenan
en las enramadas de los rudos boteros,
acompasando el golpe con los cantos
de los decimeros, con el grito blasfemo
y la algazara, con los juramentos
de los marineros… en tanto que se anuncia
tras los gibosos montes
un caprichoso recorte de mañana.
Los tambores en la noche, hablan. ¡Y es su voz una llamada
tan honda, tan fuerte y clara,
que parece como si fueran sonándonos en el alma!

Jorge Artel fue un escritor y periodista afrocaribeño nacido en Cartagena, Colombia en 1909. Se destacó por narrar el pensamiento caribeño y exaltar la negritud en su obra poética.

Alda Lara fue una escritora y periodista nacida en Angola en 1930. Su obra incluye poesía y cuento, en la cual denunció las opresiones del colonialismo en los países africanos.
Presencia Africana
Por Alda Lara
Y, a pesar de todo,
¡Todavía soy la misma!
Libre y esbelta,
hija eterna de cuanta rebeldía
me ha sagrado.
Madre África!
Madre fuerte del bosque y del desierto,
En este caso,
la hermana-mujer
de todo lo que en ti vibra
puro e incierto ...
La de los cocoteros,
de las cabelleras verdes
y cuerpos arrojados
sobre el azul ...
A del dendém
Nacimiento de los brazos de las palmeras ...
A del sol bueno, mordiendo
el suelo de las Ingombotas ...
La de las acacias rubras,
Salpicando de sangre las avenidas,
largas y floridas ...
¡Sí!, todavía soy la misma.
A del amor desbordando
por los cargadores del muelle
los sudorosos y confusos,
por los barrios inmundos y durmientes
(Calle 11! ... Calle 11! ...)
por los niños
de vientre hinchado y ojos ...
Sin dolor ni alegría,
de tronco desnudo
y el cuerpo musculoso,
la raza escribe a plomo,
la fuerza de estos días ...
Y yo repetía aún, y siempre, en ella,
que
Larga historia inconsecuente ...
Mi tierra...
Mi, eternamente ...
Tierra de las acacias, de los dongos,
de los cólios balancín, mansamente ...
Tierra!
Todavía soy la misma.
Todavía soy la que en un rincón nuevo
pura y libre,
me levanto,
al acento de tu pueblo.
El niño
matado de un tiro por los soldados en Nyanga
Ingrid Jonker
El niño no está muerto
el niño levanta el puño contra su madre
que grita África grita el aroma
de libertad y brezo
en barriadas de corazón acorralado
el niño levanta el puño contra su padre
en el cortejo de generaciones
que gritan África gritan el aroma
de justicia y sangre
en las calles de su orgullo en armas
El niño no está muerto
ni en Langa ni en Nyanga
ni en Orlando ni en Sharpeville
ni en la comisaría de policía de Philippi
donde yace con la cabeza traspasada por una bala
El niño es la sombra de los soldados
que hacen guardia con fusiles y carros blindados y cachiporras
el niño está presente en todas las asambleas y legislaciones
el niño mira expectante por las ventanas de las casas y en los corazones
de las madres
el niño que sólo quería jugar al sol en Nyanga está por todos lados
el niño que se ha hecho un hombre recorre toda África
el niño que se ha hecho un coloso va por todo el mundo
Sin un pase.

Ingrid Jonker fue una escritora sudafricana que vivió en la época del Apartheid y denunció desde su posición privilegiada las opresiones de esta política. El poema 'El niño' fue pronunciado por Nelson Mandela en su primer discurso frente al parlamento sudafricano.